La pobreza energética en España aumenta el 34% en dos años

El 17% de los hogares españoles sufre ya pobreza energética; siete millones de personas que tienen problemas para pagar las facturas relacionadas con la energía doméstica al tener que soportar un gasto desproporcionado en relación con sus ingresos (cifrado en el 10%) a ello. Esta es una de las cifras principales que arroja el nuevo estudio elaborado por la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) y que se presentó el pasado mes de marzo en el CaixaForum de Madrid. Y es una cifra preocupante si tenemos en cuenta que, en el informe que presentaron hace dos años, hablaban de que eran cinco millones de españoles, el 12% de los hogares, los que sufrían este tipo de pobreza; es decir, el 34% menos.

Tal y como explicó el director académico del estudio, Sergio Tirado, son varios los factores que han generado que esta realidad se haya extendido tan rápidamente. Por un lado, los ingresos, de media, se han reducido en un 10% estos durante estos dos años mientras que, a la vez, el precio de la energía ha aumentado un 30%. A esto hay que sumarle que el porcentaje de personas en riesgo de exclusión social ha aumentado un 5% hasta llegar al 28,2% actual. Según han podido comprobar, además de las desigualdades sociales, la situación de las familias con respecto al mercado laboral son factores de gran influencia para determinar si un hogar sufre o no pobreza energética.

En el informe publicado hace dos años ya segregaron los datos obtenidos en función de la situación laboral dado el rápido crecimiento de las tasas de desempleo experimentadas en España desde 2007. Una razón que han vuelto a utilizar en este nuevo estudio, gracias a lo que han podido obtener dos conclusiones principales. La primera, que aunque la proporción de hogares empleados o jubilados afectados por condiciones asociadas a la pobreza energética también ha aumentado desde 2007, este incremento ha sido más rápido en los hogares de personas desempleadas. Y la segunda, que los hogares en paro tienen una mayor probabilidad de sufrir condiciones asociadas a la pobreza energética; de hecho, según consta en el informe recién publicado, “en 2012, uno de cada tres hogares cuya persona de referencia estaba en paro, estaba destinando más del 10% de sus ingresos al pago de las facturas de la energía doméstica”.

Estos resultados, preocupantes ya de por sí, cobran más fuerza aún si tenemos en cuenta los datos que arroja el recién publicado estudio elaborado por Cáritas. En él se demuestra que España ha acumulado cuatro millones de parados desde que comenzó la crisis, lo que lo sitúa en el tercer país de Europa en aumentar su tasa de desempleo (lo superan Letonia y Grecia). Además, respecto a las desigualdades sociales, que también influyen en la pobreza energética, Cáritas asevera que 1,5 millones de hogares padece exclusión social severa, el 70% más que en 2007, o que España es el país con la tasa de pobreza infantil más elevada de la Unión Europea, solo por detrás de Rumanía. Es decir, de momento, la pobreza, incluida la energética, parece que no va a poder atajarse a corto plazo.

7.000 muertes al año

Uno de los aspectos que el director académico del estudio quiso explicar detalladamente fue el de los fallecimientos generados a raíz de la pobreza energética ya que, según aseveró, “se prestan mucho al sensacionalismo y es un tema lo suficientemente serio como para informar de ello con rigor”. Sergio Tirado explicó que, por norma general, el número de muertes de un país aumenta durante los meses más fríos. De hecho, como media, en España la mortalidad adicional de invierno se ha calculado en un promedio anual de 24.000 muertes. De esta cifra, la literatura científica considera que la pobreza energética es responsable de entre el 10 y el 40% de estos fallecimientos en Europa, mientras que la Organización Mundial de la Salud ha situado en el 30% el valor más aproximado para realizar estas estimaciones. Es decir que, en España, la pobreza energética es la causante de alrededor de 7.200 muertes prematuras de personas de edad avanzada.

“Pero no quiero que nadie se imagine a un ancianito muriendo de frío en su casa porque no tiene nada que ver con los fallecimientos por culpa de la pobreza energética”, advirtió Tirado. Por un lado está la falta de una correcta alimentación, tanto por no poder comprar comida como por tener que adquirir productos que no necesiten pasar por la vitro, el horno o el microondas, lo que causa un daño evidente en la salud. Y por el otro, que enfermedades como el asma u otras afecciones respiratorias o las cardiovasculares, pueden desarrollarse o agravarse.

Ambos factores provocan, como estima el informe de la ACA, alrededor de 7.200 muertes prematuras; es decir, que las personas fallecidas podrían haber vivido más tiempo si hubieran podido mantener sus necesidades básicas cubiertas. Una realidad profundamente alarmante, aunque “no está lo suficientemente reconocida ni por las administraciones, ni por la sociedad en su conjunto”. Y es que, en comparación, “la cifra de víctimas mortales en accidentes de tráfico en carretera en España se situó en 1.129 en el año 2012”; es decir, una cifra casi siete veces inferior a la de las personas que pierden su vida por no poder pagar sus facturas de luz y de gas.

Para descargar el informe completo puede hacer clic aquí.