¿Qué es un puente térmico y cómo funciona?

El Código Técnico de la Edificación define el puente térmico como “aquella zona de la envolvente térmica del edificio en la que se evidencia una variación de la uniformidad de la construcción, ya sea por un cambio del espesor del cerramiento o de los materiales empleados, por la penetración completa o parcial de elementos constructivos con diferente conductividad, por la diferencia entre el área externa e interna del elemento, etc., que conllevan una minoración de la resistencia térmica respecto al resto del cerramiento”.

En palabras más simples, un puente térmico es una zona de la envolvente de nuestra vivienda por la que se transmite más fácilmente el calor hacia otras estancias. Esta pérdida de calor está normalmente motivada tanto por la diferente conductividad de los materiales que se han utilizado como por la diferencia de espesor de estos o por simples cuestiones geométricas.

Un ejemplo muy utilizado para entender qué es un puente térmico es el tornillo que une dos planchas de madera. Sabemos que el material con el que está realizado el tornillo conduce mejor el calor que la madera, por lo que se va a escapar más calor por el tornillo que por la madera, aunque la superficie de esta sea mucho mayor. Así de simple. Por este motivo, evitar estos puentes térmicos es fundamental si queremos reducir las pérdidas de calor y conseguir una vivienda más confortable.

Para evitar estas pérdidas de calor se utilizan sistemas de rotura de puente térmico (RPT), situando materiales considerados “malos conductores” que evitan que la cara interior y la cara exterior de la envolvente de un edificio tengan contacto entre sí, protegiendo nuestros hogares.

A pequeña escala y para que lo entendamos, es lo que sucede con las ventanas de aluminio: para reducir las pérdidas de calor que se producen en los marcos de las ventanas (el aluminio tiene una gran conductividad, mucho mayor que el cristal), suelen utilizarse perfiles separadores de plástico embutidos en el propio perfil de aluminio de la ventana. Así se consigue reducir la pérdida de calor.

La construcción tradicional: una continua pérdida de calor

En la construcción tradicional existe este problema, especialmente en las fachadas de los edificios. Los pilares y vigas estructurales de la mayoría de los edificios no sólo están en contacto permanente con el exterior, sino que también están realizados en metal o en hormigón, materiales que funcionan como excelentes puentes térmicos con respecto a la fábrica de albañilería (realizada en ladrillo o bloques huecos de hormigón), provocando una continua pérdida de calor. De este modo, todos los puentes térmicos creados por la intersección de los ladrillos de nuestro hogar con pilares o vigas son “puntos fríos” en los que se produce una pérdida de calor y que además, pueden provocar condensación y moho.

Esta pérdida de calor intentamos solventarla con la utilización de sistemas de calefacción, con el importante gasto energético y económico que esto supone, tanto a corto como a largo plazo. Considerar el impacto de los puentes térmicos se convierte entonces en un imprescindible cuando decidimos adquirir una vivienda.

Casas de madera: una construcción responsable con el medio ambiente que aporta un inmejorable confort térmico interior

El aislamiento térmico es algo más que una cuestión de economía. Un buen aislamiento influye directamente en el confort interior de la vivienda y eso es hoy en día posible gracias a las casas construidas con estructura de madera.

Esta tipología de viviendas se diseñó teniendo en cuenta su especial ubicación en las zonas más frías del norte en las que existe una escasez de recursos energéticos y de productos industriales cercanos, hecho que determinó el uso de recursos naturales propios. Así se consiguieron unos resultados inmejorables en confort térmico interior, solucionando la problemática de los edificios estancos y creando casas totalmente ecológicas.

Los envolventes de las fachadas y de las cubiertas de las casas realizadas con estructuras de madera están diseñados con una combinación de materiales que consigue la máxima transpirabilidad y permeabilidad del aire, factores decisivos y clave para obtener el máximo confort interior y evitar los puentes térmicos. Los cerramientos exteriores son de madera laminada y doble vidrio, opcionalmente de tipo bajo emisivo, rellenados con gas argón para aumentar su capacidad de protección térmica, otro factor que favorece la ruptura de puentes térmicos. Resultado de todo ello es la eficiencia energética conseguida en la vivienda, imposible de alcanzar con cualquier otro sistema constructivo.

La instalación del aislamiento térmico en las viviendas con estructura de madera es muy simple: los huecos entre montantes y los huecos que deja la estructura de la envolvente están preparados para acogerlos. Para obtener la máxima eficiencia energética sin disminuir los parámetros de permeabilidad y estanqueidad del aire, se utilizan envolventes de doble piel con aislamientos naturales, con lo que se consigue además un gran aislamiento del ruido y de la reverberación interior además de contribuir a la disminución de emisiones de CO2 en la atmósfera.

Además, la construcción en madera evita también la formación de moho y reduce las enfermedades de toda la familia. ¿Necesitas más motivos para comprarte una casa de madera?