Conoce a unos seres vivos excepcionales que encarnan la capacidad de supervivencia de la naturaleza

 

1. Los árboles milenarios (y también los multicentenarios) son monumentos vivos y unos organismos únicos. Su excepcionalidad reside en su resistencia al paso del tiempo, su papel de testigos de los cambios climáticos y, no menos importante, constituir un hogar para otros muchos seres. Su edad se calcula mediante técnicas como la datación por carbono 14, la telemetría láser o la dendrocronología, una disciplina que por medio del análisis de los anillos de los árboles, auténticas hemerotecas de la vida de cada ejemplar, permite estimar su antigüedad y descifrar las vicisitudes ambientales sufridas. Aunque, como dice Enrique García Gómez, vicedecano del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, no hay por qué obsesionarse con la edad exacta —de hecho hay cierta controversia respecto a las diferentes dataciones— de unos árboles de por sí excepcionales. «No es una carrera. Con saber que son unos organismos excepcionales y únicos debería bastar. ¿Cuál es la diferencia entre unos años más o menos cuando ya han vivido cientos o miles?». FOTO: EVA CRISTESCU (FLICKR)

 

2. El cedro nipón Uno de los cedros más antiguos de Japón, el Jōmon Sugi, habita en la isla de Yakushima, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Varias estimaciones datan su antigüedad entre los 2.000 y 7.000 años. «Los árboles tan antiguos tienen características, digamos, especiales”, explica García Gómez. “Son una maquinaria perfecta que ha aguantado muchos avatares. Si tienen vigor y semillas, sus predecesores estarán más preparados y serán más resistentes». Este ejemplar, en concreto, es además la conífera más grande del país nipón y toma su nombre del periodo Jōmon, un lapso entre el mesolítico y el neolítico. Está protegido: para contemplarlo hay que subirse a una plataforma de observación ubicada a una distancia prudencial del árbol. FOTO: MAKO10 (FLICKR)

3. Un anciano encubierto El Matusalén es un pino longevo que hace honor a su nombre y especie: se estima que existe desde hace más de 4.800 años en el Bosque Nacional de Inyo, en las Montañas Blancas de California (EE UU), y que es uno de los árboles vivos más antiguos del mundo. De aspecto pétreo y tortuoso, y con una extraordinaria resistencia a plagas gracias a su recubrimiento de resina, el Matusalén está camuflado entre sus congéneres y su ubicación se mantiene en secreto para evitar que sufra cualquier daño. En este paraje también crece oculto otro pino, sin nombre asignado, que superaría al Matusalén en edad con más de 5.000 años de vida. En la imagen, un ‘Pinus longaeva’ del paraje californiano que podría (o no) ser alguno de estos árboles legendarios. FOTO: CHAO YEN (FLICKR)

4. Prometeo, el hermano talado por error El trágico destino de Prometeo es la razón de que el Matusalén esté oculto. En 1964, el estudiante Donald R. Currey perforó este ‘Pinus longaeva’, considerado el más antiguo del mundo con unos 5.900 años, para estudiar en sus anillos las causas de los deshielos de la Pequeña Edad de Hielo. En el proceso la máquina se atascó y para recuperarla los servicios forestales tuvieron que talar el árbol. El accidente provocó que se extremaran las medidas de seguridad con el Matusalén. «Hay que compatibilizar el uso público con el bienestar del árbol», señala García Gómez. «Divulgar su valor y protegerlos. Incluso, a veces [como demuestra este caso], es mejor no divulgar». FOTO: WIKIMEDIA

5. El padre del bosque neozelandés Es ‘el padre del bosque’. Así se llama en maorí el Te Matua Ngahere, un ‘Agathis australis’ ubicado en el Bosque Waipoua (Nueva Zelanda) que acumula entre uno y cuatro milenios de vida, según distintos estudios. La conífera, de 16 metros de circunferencia, está considerada patrimonio natural local y es vigilada por los propios maoríes. Al Te Matua Ngahere llegan miles de turistas al año. Desde que la especie sufrió una enfermedad que atacaba a sus raíces, según informa la web del gobierno neozelandés, los visitantes están obligados a limpiar su calzado con un líquido antimicótico y seguir el camino pautado. «La presión humana es una de las amenazas principales para estos árboles», afirma el vicedecano. «Cuando pisamos la tierra de alrededor del árbol la compactamos y minimizamos la respiración del organismo. También, por ejemplo, podemos estar aplastando ciertos brotes». FOTO: ITRAVELNZ (FLICKR)

6. Aceitunas milenarias «Estos árboles son un refugio y un ecosistema en sí», expone García Gómez. «Tortuosos, añosos, retorcidos, en sus oquedades viven familias enteras de aves o insectos». Buen ejemplo de estas casas vegetales de múltiples recovecos es el Olivo de Vouves, en la isla de Creta (Grecia), cuyas raíces se retuercen y enroscan a la tierra desde hace más de 2.000 años, aunque algunas estimaciones hablan de hasta 5.000. El viejo olivo aún da aceitunas y es motivo suficiente para ir a visitar Kolymvari, el pequeño pueblo mediterráneo donde habita. FOTO: Johan Wieland (FLICKR)

7. Un refugio en la tormenta Entre 2.000 y 4.000 años tiene el castaño de los Cien Caballos, situado en las laderas del siciliano Monte Etna, en Italia. Según varias alusiones literarias, el nombre del árbol proviene de una anécdota: una reina (cuya identidad difiere en función de la versión) y 100 caballeros, sorprendidos por una gran tormenta, encontraron refugio bajo sus ramas. El castaño está considerado el más antiguo en Europa de su variedad, y como la mayoría de árboles tan vetustos se enfrentan a más amenazas. «No es lo mismo una gripe para un anciano de 80 años que para un chaval de 20», ilustra García Gómez. «En el periodo de senescencia, los cambios climáticos bruscos afectan con más virulencia a los árboles monumentales».

8. Un ‘general’ que impresiona 83 metros de altura, 11 metros de diámetro en la base, un tronco de unos 1.500 metros cúbicos de volumen y más de 2.000 años de antigüedad: el General Sherman, una secuoya gigante nombrada en conmemoración del general William Tecumseh Sherman, es un árbol enclavado en el Parque Nacional de las Secuoyas de Visalia, en California (EE UU), que ostenta unos números impresionantes. Según varias estimaciones, es el ser vivo con más biomasa del planeta y constituye una atracción turística que convoca a miles de visitantes al año. El ejemplar está vallado, como se puede apreciar en la imagen, en cuya esquina inferior derecha se puede distinguir una figura que da una impresión del tamaño del General. FOTO: Upsilon Andromedae (FLICKR)

9. Guardián sagrado El Patriarca da Floresta, guardián sagrado de los bosques de Santa Rita do Passa Quatro, un municipio de Sao Paolo (Brasil), está considerado el árbol más antiguo del país latinoamericano. Con más de 2.000 años de vida, este ejemplar y los de su especie (‘Cariniana legalis’) están en peligro. La IUCN Red List, la organización que determina las amenazas de flora y fauna, califica la variedad de vulnerable. La disminución de su hábitat natural es la causa de que esta familia de majestuosos seres esté menguando: Brasil pierde unos 2,5 millones de hectáreas boscosas al año, y desde 1990 la superficie verde total ha descendido un 10%.

10. El ciprés de Zoroastro Símbolo del zoroastrismo, el ciprés mediterráneo Sarv-e-Abarkooh domina las tierras de Yazd (Irán) y se le calculan unos 4.000 años de existencia. Algunas leyendas atribuyen su plantación a Jafet, hijo de Noé. Siempre verde, cualidad de connotaciones sagradas para los cultos del lugar, este ciprés forma parte del patrimonio protegido del país y es un monumento natural visitado todo el año. García Gómez opina que con estos árboles únicos es necesario establecer unas pautas generales de gestión que a su vez sean flexibles: «Para su conservación y disfrute, las normas tienen que poder adaptarse a cada ejemplar en función de sus particularidades, entorno y ecosistema», apunta.

11. El más antiguo de España Hace unos años, la Farga de Arión, un olivo que se alza en Ulldecona (Tarragona), se convirtió en el árbol más longevo de España: un equipo de la Universidad Autónoma de Madrid dató su edad en 1.701 años, cifra obtenida tras el estudio del perímetro del tronco mediante telemetría láser. El segundo árbol fechado en antigüedad de la Península es el Tejo de Barondillo, en la madrileña Sierra de Guadarrama, que atesora unos 1.700 años de vida y que es además el ser vivo más viejo de la Comunidad de Madrid. FOTO: WIKIMEDIA

12. El ‘gran abuelo’ Robert FitzRoy, vicealmirante inglés y capitán del barco de uno de los viajes de Charles Darwin, es el epónimo de la ‘Fitzroya cupressoides’, un árbol que crece en los bosques templados de Argentina y Chile. Su exponente más antiguo es el Gran Abuelo, una imponente torre de más de 3.500 años de antigüedad que se alza en el Parque Nacional Alerce Costero de la Región de los Ríos (Chile). Declarado monumento natural en 1977, este alerce patagónico posee propiedades que hace de su madera un bien muy preciado. La tala de ejemplares vivos está prohibida; pese a ello, la IUCN Red List clasifica a estos gigantes como especie en peligro de extinción.

13. Un tejo en la iglesia encantada El Tejo Llangernyw crece junto a una pequeña iglesia de Conwy (Gales del Norte) que alberga, según la cultura local, un espíritu que profetiza y anuncia en Halloween el nombre de los feligreses que fallecerán en el año venidero. Leyendas aparte, la edad de este majestuoso tejo oscila entre los 1.500 años y los 5.000, según las estimaciones, y forma parte de los llamados Great British Trees, una lista de 50 árboles destacados de Gran Bretaña. FOTO: GEOGRAPH.ORG